"Identifico algunas características culturales y sociales de los procesos de transformación que se generaron a partir del desarrollo político y económico de Colombia y el mundo a lo largo del siglo XX".(MEN)
DISCIPLINA |
OBJETO DE ESTUDIO |
DIBUJO |
Geografía |
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Historia |
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Economía |
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Política |
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Psicología |
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Sociología |
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Derecho |
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Lingüística |
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antropología |
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2. Por medio de un escrito, explica que son las ciencias sociales, para que sirven y cual es su importancia de estudio.
3. Luego de tener claridad en la definición de las disciplinas sociales; junto con otros compañeros, realiza una propuesta clara y real a los siguientes problemas sociales.
PROBLEMÁTICA SOCIAL
PROPUESTA DE SOLUCIÓN
SÍMBOLO
HAMBRE
POBREZA
DISCRIMINACIÓN
LOS CONFLICTOS
VIOLENCIA DE GÉNERO
TEMA DE ESTUDIO
Procesos políticos, económicos y sociales de Colombia y el mundo después de la segunda mitad del siglo xx.
CONFLICTO COLOMBIANO
PROBLEMÁTICA SOCIAL |
PROPUESTA DE SOLUCIÓN |
SÍMBOLO |
HAMBRE |
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POBREZA |
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DISCRIMINACIÓN |
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LOS CONFLICTOS |
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VIOLENCIA DE GÉNERO |
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- Violencia y resistencia durante 50 años.
- intensidad del conflicto.
- Por qué se habla de indiferencia frente al conflicto.
- "El poder y tener se trago al ser"
- Por qué se puede decir que hay sectores que no quieren que la guerra acabe.
- Quiénes son los actores armados.
- Cuanto invierten en matarse.
- Cuáles son las verdaderas victimas de la violencia.
- cómo la violencia transforma al país.
- Por qué no se reconoce que en Colombia hay un conflicto interno.
- Cuáles son las modalidades de la violencia.
- Qué papel juega la posesión de la tierra en la guerra.
- Qué consecuencias trae que la guerra se libre en el campo.
- Por qué es un problema el uso y tenencia de la tierra frente al conflicto.
- Cuál es el protagonismo del narcotráfico en el conflicto colombina.
- Delegar el monopolio de las armas.
- Cómo debe reaccionar la sociedad civil frente al conflicto.
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Guía didáctica grado 10°
Debe tener relación con el estilo, sucesos y características del tema.
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La violencia
política en Colombia: situación y perspectivas
Escrito por Marco
Velásquez Ruiz noviembre 25, 2013
Un informe reciente de la MOE revela cifras escandalosas sobre violencia
política en Colombia. Este artículo intenta entenderlas de cara a las
coyunturas particulares que vive el país, incluyendo el proceso de paz, las
elecciones venideras y la locomotora minera.
Noticias contradictorias
Hay buenas noticias para la democracia en Colombia durante esta época
“pre-post-conflicto”.
Después de 17 años de exilio como consecuencia de un atentado contra su
vida, Aída Abella regresó al país para asistir al V Congreso de la Unión
Patriótica (UP), partido que en julio pasado retomó su reconocimiento
jurídico gracias a un fallo del Consejo de Estado. Abella manifestó que
regresa para asumir la candidatura presidencial en representación de la UP en
los comicios de 2014.
De acuerdo con el
más reciente Informe sobre Violencia Política de la Misión de Observación
Electoral (MOE), entre 2011 y 2013 se produjeron 314 hechos de violencia
política que afectaron al 13 por ciento de los municipios.
Aunque el regreso de Abella sería un
indicio de que las condiciones para hacer política mejoran, hay otras
realidades -y hay otras fuentes que presentan información contrastante-. De
acuerdo con el más reciente Informe sobre Violencia Política de
la Misión de Observación Electoral (MOE), entre 2011
y 2013 se produjeron 314 hechos de violencia política que afectaron al
13 por ciento de los municipios.
De estas situaciones, el 85 por
ciento fueron amenazas; el 8 por ciento, atentados; el 5 por ciento, homicidios
y el 1 por ciento, secuestros. En palabras de un reconocido medio de
comunicación, estas son cifras de miedo.
Para entender la real dimensión de estas cifras y tratar de explicar sus
causas y su probable repercusión en la vida nacional, es preciso dar una
mirada al concepto mismo de “violencia política”, y saber de qué forma se
explica en el contexto colombiano.
¿Qué es la violencia política?
La violencia política puede entenderse como el conjunto de actos
lesivos de la vida o integridad de una persona o grupo de personas,
acontecidos con ocasión o como consecuencia del ejercicio de sus derechos
políticos. Es decir, de todas aquellas garantías relacionadas con la
participación en la vida del Estado, tales como elegir y ser elegido, asociarse
y manifestarse, u ocupar cargos públicos.
Si bien de la metodología empleada
para el informe del MOE se infiere que este se limitó a los actos directamente relacionados
con procesos electorales, la violencia política se extiende a otras
situaciones donde ella se usa para lograr objetivos políticos, como
decir:
– Acciones que buscan cambiar el comportamiento de ciertas personas
como sujetos políticos; tal es el caso de las amenazas hacia los
miembros de organizaciones sindicales para que limiten su militancia o
la enfoquen de cierta forma.
-Actos de significación especial debido a estar dirigidos contra objetivos
estratégicos –personas u objetos–, con el fin de truncar procesos políticos
específicos o causar impacto en la opinión pública. En esta categoría podrían
incluirse las acciones –atentados, secuestros, etc.– en contra de funcionarios
públicos o de figuras notables de la sociedad.
En tanto detentador
del poder público, el Estado ha sido identificado como el principal agente de
violencia política.
En tanto detentador del poder
público, el Estado ha sido identificado como el principal agente de violencia
política. La razón de Estado, móvil tradicionalmente identificado
como justificación de un mal menor para evitar un mal mayor, ha sido la
causa de célebres casos que van desde la comisión directa de acciones de
violencia hasta el apoyo a actores ilegales para que estos las lleven a
cabo.
Sin embargo, también es posible extender dicha calificación a los actos
perpetrados o dispuestos por otro tipo de actores, para-legales o insurgentes,
que en todo caso utilizan la violencia con el fin de producir efectos de
tipo político. Estos agentes consideran que algunos tipos de
violencia no solo están justificados, sino que se necesitan para lograr
objetivos políticos asociados con su existencia misma.
La violencia política en Colombia
Entre 2011 y 2013 el panorama político se ha visto marcado por
acontecimientos y procesos profundos de transformación social. El
gobierno Santos, partiendo de reconocer la existencia del “conflicto armado
interno” y de sus causas estructurales, apalancó un proceso de justicia
transicional que busca concretar definitivamente tras la culminación de las
negociaciones con las FARC.
La intención de ponerle fin a esta forma de violencia política y de
admitir que los ex guerrilleros eventualmente se reincorporen a la sociedad
trae una serie de reacciones predecibles –tanto inmediatas como a mediano
plazo– en el volumen y la intensidad de otros actos de violencia política,
tales como amenazas, atentados, homicidios y secuestros.
Es decir que aquellos 314 hechos y sus particularidades reflejan las
tensiones generadas alrededor de procesos de transformación social. Vale la
pena mencionar los siguientes elementos relevantes:
– El desmonte de los grupos paramilitares que se inició bajo el
gobierno Uribe devino en la consolidación de organizaciones criminales
(“BACRIM”), que, directa o indirectamente, han sido herramientas de violencia
política.
-La polarización en la opinión alrededor del proceso de paz y la
gestión del actual Gobierno en materia de seguridad, sobre la base de discursos
políticos extremos y descalificadores, ha propulsado el aumento de acciones de
violencia política.
-La reactivación de movimientos sociales y políticos es evidente.
Acontecimientos como las luchas sindicales en la industria extractiva, el
reciente paro agrario con la reinvención del campesino como sujeto político, la
consolidación de la Marcha Patriótica como una plataforma política
sostenible, y el mismo retorno de la UP al ruedo electoral, son muestras de
nuevas o renovadas dinámicas políticas que buscan acomodarse en el escenario
nacional.
El reacomodamiento
de poderes y la renovada interacción entre diversos actores políticos ha tenido
efectos sobre el nivel y las características de la violencia política en
Colombia.
-El reconocimiento de eventos pasados como crímenes de lesa humanidad
debido a su significación política –el asesinato de líderes de distintas facciones,
atentados perpetrados por el narcotráfico para causar terror, entre otros– ha
abierto el panorama de las conexiones entre hechos que inicialmente no se
consideraron como casos de violencia política.
-El recrudecimiento de la violencia política en ciertas zonas del país,
especialmente en el ámbito rural, se da donde los actores ilegales luchan por
el control tanto del territorio y las tierras como de actividades lucrativas
que incluyen el narcotráfico y la minería ilegal. La aplicación de la Ley de víctimas
y restitución de tierras ha exacerbado estas formas de violencia.
-El ingreso masivo de capitales extranjeros, y específicamente, de empresas multinacionales para explotar recursos naturales ubicados en zonas de conflicto, ha hecho que estas acaben convertidas en actores políticos dentro de dichos microcosmos sociales. Recordamos casos emblemáticos como el de Chiquita Brands, que poco a poco afloran y que tienen connotaciones políticas asociadas con modelos económicos.
Perspectivas de futuro
El reacomodamiento de poderes y la renovada interacción entre diversos
actores políticos ha tenido efectos sobre el nivel y las características de la
violencia política en Colombia. Se espera que esta tendencia se intensifique o
al menos se mantenga en el corto plazo, debido a que los procesos subyacentes
aún se encuentran en curso y su resultado final es incierto.
De otro lado, en el mediano plazo, y suponiendo que las negociaciones de
La Habana culminen con éxito y den inicio a procesos de transformación de
realidades sociales ligadas a la violencia política, deberían empezar a verse
las realidades de una paz “duradera y sostenida”.
Finalmente, las posibilidades de una posible intensificación,
regularización o disminución de la violencia política también dependerán de
cómo evolucionen los procesos de transformación social en Colombia:
§ El surgimiento o
reaparición de movimientos sociales y políticos, usualmente opuestos al
establecimiento y al interés de actores con poder económico y político,
requiere toda la atención por parte de las autoridades debido a que ser un
escenario propicio para actos de violencia política.
§ De la misma forma,
los procesos asociados con la reparación de víctimas históricas tales como la
restitución masiva de tierras o la constitución de zonas de reserva campesina
conllevan altos riesgos en este sentido.
Solo el tiempo dirá si los niveles de violencia política en Colombia
bajaron y demostraron que la sociedad inició un proceso real de reconciliación,
o si definitivamente la ilusión de una paz duradera no fue más que eso.
* Abogado de la Universidad Javeriana, máster en Derecho Internacional de IHEID – Suiza, candidato a Doctor en Derecho de Osgoode Hall Law School – Canadá, investigador, consultor y profesor universitario. works.bepress.com/marco_velasquez.
@desmarcado1982
Tomado de: https://razonpublica.com/la-violencia-politica-en-colombia-situacion-y-perspectivas/
ACTIVIDAD
RESPONDE CON BASE EN LA LECTURA
NOTA: debes consultar los términos desconocidos para entender mejor la lectura.
1. De qué trata la lectura.
2. Cuál es el objetivo de la violencia política.
3. Por qué la corrupción y el narcotráfico influyen en la violencia política.
4. Explica y/o consulta las frases subrayadas de la lectura.
5. Que relación puede existir entre la violencia política y la economía; menciona posibles ejemplos.
6. Explica la frase: "En tanto detentador del poder público, el Estado ha sido identificado como el principal agente de violencia política.
7. Realiza un escrito, explicando porque se relacionan la violencia política y la economía. (De una página). Lo realizas según las indicaciones siguientes:
Realizar resúmenes y reflexiones forma parte de nuestra labor en la universidad. Además con estas actividades desarrollamos la capacidad de interpretar textos dándole tanto una visión individual como histórica.
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1 Como imaginas que quedaron las ciudades de
Europa después de la segunda guerra mundial
2. Sabes que la OTAN
3. Es posible que en dos países se pueda concentran
la mayor riqueza y poder te todo el mundo
4 Crees que es justo que la decisión de la vida de
millones de personas que esté en las manos de una orden para activar una bomba
nuclear
5.Sabes por qué se construyó un muro para el
dividir a la ciudad de Berlín
6. Podrías definir qué es un arma de destrucción
masiva
7. Cómo crees que la guerra fría afecto que influyó
en el conflicto armado en Colombia
8.De qué manera participa o cuales da el papel que juega la organización de naciones unidas en el panorama en las relaciones internacionales.
Organiza los siguientes conceptos de manera tal que sustenten un mapa conceptual de la guerra fría.
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4 técnicas para formular preguntas efectivas en la sala de clase
Todd Finley, PhD y profesor de inglés de la East Carolina University, comparte técnicas para motivar a los niños con las preguntas indicadas.
agosto 29, 2017
La formulación de preguntas efectivas es indispensable para estimular a los estudiantes a desarrollar sus propias ideas, favorecer la construcción y re-construcción de los conocimientos, trabajar el pensamiento crítico y generar un aprendizaje realmente significativo. Además, es una herramienta que permite al docente, en gran medida, ayudar al estudiante para que éste proyecte grandes ideas y saque a flote su capacidad de asombro, favoreciendo así su participación y por ende, la adquisición de conocimientos. Lograr formular las preguntas precisas no siempre es sencillo, pero Todd Finley (PhD y profesor de inglés en la East Carolina University), basado en la evidencia e iniciativas de colegas, sugiere algunas técnicas prácticas que pueden orientar este objetivo en la dirección indicada:
1. Técnicas de preguntas abiertas
El Nondestructive Testing Resource Center recomienda a los profesores estas técnicas para promover discusiones efectivas. De las siguientes técnicas sugieren especialmente utilizar las primeras tres con mayor frecuencia:
2. Preguntas generadas por estudiantes en lecturas asignadas
Algunos profesores piden a sus estudiantes preparar preguntas basadas en lecturas como tareas. Finley lo que hace es pedir una sola pregunta profunda sobre el texto asignado como parte de un ejercicio gráfico que consiste en crear notas fusionando cosas como: la escritura a mano, la tipografía, dibujos, figuras y formas. El profesor asegura que lo deleita ver las representaciones visuales y cómo esas preguntas van mejorando a medida que el año progresa.
Por su parte, una profesora llamada Kari Lynn Wilson arma grupos de dos estudiantes y les pide formular un par de preguntas para luego compartirlas con otros dos estudiantes que estén sentados cerca. Luego, entre los cuatro estudiantes votan por su pregunta favorita, la cual debe ser expuesta en una segunda parte de la clase que consiste en discutir con todo el grupo.
3. Preguntas que motivan
Un educador y terapista de comportamiento llamado Jim Peterson describe cómo las preguntas pueden motivar a los estudiantes a responder si se hacen de la forma indicada. Para esto, comparte una alternativa a una instrucción-pregunta. Dicha alternativa provee mayor información al estudiante y según el experto motiva más porque tienen una serie de factores que se llaman TAPN:
Así sería la pregunta/instrucción común:
“Vas a leer las próximas tres páginas. Cuando termines, responderás las cinco preguntas que continúan después de la lectura”.
Así sería la pregunta-instrucción que Peterson sugiere:
“Cuando te diga que empieces, tendrás 1 minuto y 45 segundos. Leerás el próximo párrafo para encontrar el punto central. Mientras lees, señala palabras o frases que apoyen ese punto central que escogiste. Cuando termines, prepárate para compartir con la clase. Tú puedes empezar”.
La segunda alternativa tienen factores TAPN, es decir, Tiempo, Cantidad, Público, Novedad y se evidencia de la siguiente forma:
Incorporar TAPN, dice el experto, incrementará el porcentaje de estudiantes que participan activamente cuando el profesor formula preguntas.
4. Seminarios socráticos
Aunque es una de las técnicas más comunes y conocidas, Finley asegura que el Seminario Socrático sigue siendo una de las mejores formas de socializar con los estudiantes y discutir preguntas enriquecedoras. Lo mejor de este modelo, dice, es que además facilita el diálogo colaborativo.
Esta técnica consiste en la exploración de ideas mediante el diálogo abierto entre los estudiantes, que no es debate y menos discusión, a partir de la lectura y análisis de un texto determinado: cuentos, parábolas, fábulas, leyendas, relatos, historias, entre otros.
“Socializar a los estudiantes para que puedan hacer buenas preguntas por su cuenta es la definición misma de enseñanza efectiva”, concluye Finley.
El orden mundial a inicios del siglo XXI: orígenes, caracterización y perspectivas futuras
World Order in the beginning of the 21st Century: origins, characterization and future perspectives
Juan José Palacios L.*
* Programa de Estudios Transnacionales, Departamento de Estudios Políticos, Universidad de Guadalajara. jjpl@cencar.udg.mx.
Fecha de recepción: 13 de junio de 2011
Fecha de aceptación: 5 de septiembre de 2011
Resumen
¿Cómo está organizado el mundo a principios de la segunda década del siglo XXI? ¿Cuál es la estructura y el carácter del orden geopolítico que rige hoy? ¿De qué elementos está constituido? ¿Cómo se conformó? ¿En qué puede devenir en el futuro? ¿Qué factores propulsan estos procesos? Esas interrogantes han estado en el centro de la problemática y la temática de las relaciones internacionales desde su establecimiento como disciplina y surgen con fuerza hoy en vista de que el esquema internacional que tomó forma después de la Guerra Fría ha sido modificado en la última década por una serie de acontecimientos que han alterado su estructura y dinámica de funcionamiento. El propósito del presente trabajo es realizar un esfuerzo orientado a encontrarles respuesta en referencia al orden que priva actualmente en el mundo y destacar las implicaciones teóricas y prácticas de los hallazgos resultantes
Palabras clave: orden mundial, geopolítica, siglo XXI, pos-Guerra Fría, década cero.
Introducción
¿Cómo está organizado el mundo a principios de la segunda década del siglo XXI? ¿Cuáles son los contornos y el carácter del orden geopolítico que rige hoy? ¿De qué elementos está constituido? ¿Cómo se conformó? ¿En qué puede devenir en el futuro? ¿Qué factores propulsan esos procesos?
Esas interrogantes surgen con fuerza en estos tiempos una vez que el esquema internacional que tomó forma en los años noventa, después de que la Guerra Fría tocó a su fin, ha sido modificado en la última década por una serie de acontecimientos que han cimbrado sus cimientos y han alterado su estructura y su dinámica de funcionamiento. Las mismas no son, empero, sólo producto de las exigencias de esta coyuntura histórica sino que asaltan a intelectuales, gobiernos y organismos internacionales cada vez que el orden mundial vigente es trastocado por eventos como ésos o de plano roto por conflagraciones abiertas a gran escala entre las potencias dominantes del planeta.
El hecho es pues que interrogantes como ésas han estado en el centro de la problemática y la temática de las relaciones internacionales (RI) desde su establecimiento como disciplina en las primeras décadas del siglo XX. Como lo señaló Martin Rochester, "La gran problemática del campo de las relaciones internacionales a través de los años ha sido encontrar la forma de minimizar el conflicto y maximizar la cooperación de manera de mantener un sentido de orden en un sistema descentralizado de Estados soberanos" (Rochester, 1993: 9). Por consiguiente, todo esfuerzo orientado a buscarles respuesta en un contexto histórico dado reviste, de suyo, tanto importancia práctica como relevancia teórica, ya que siempre será necesario poderse explicar eso que permite a los Estados y demás actores que conforman la comunidad global coexistir, y más aún convivir, de una manera razonablemente civilizada y pacífica durante un periodo determinado.
El propósito del presente ensayo es efectuar un esfuerzo en ese sentido en el caso de la presente coyuntura, la cual está marcada por acontecimientos inéditos que han dado lugar a un nuevo orden que demanda ser estudiado, caracterizado y comprendido.
Para ello, primero se discute el concepto de orden mundial y los escasos intentos que ha habido para definirlo, proponiendo una definición alternativa que sirve de referencia a los análisis subsiguientes. Enseguida se hace un recuento sucinto de la forma en que se concibieron y se forjaron los sucesivos moldes que adoptó el orden geopolítico desde la Primera Guerra Mundial hasta la pos-Guerra Fría. Posteriormente se identifican los rasgos distintivos del orden que priva actualmente, identificando las tendencias que se gestan en su interior y pueden dar pista de la forma en que puede evolucionar en el futuro. Finalmente, se ponderan los escenarios más probables que podrían configurarse como producto de esas tendencias. Se concluye con unos comentarios finales sobre las implicaciones de los análisis presentados en las secciones precedentes.
¿Qué se entiende por orden mundial?
No obstante el lugar central que desde un principio ha ocupado esta cuestión en la teoría y la práctica de las RI, hasta ahora han sido notablemente escasos los intentos para definirla. Esto se debe en parte a que, como señaló Makoto Itoh, las definiciones de orden mundial no duran mucho, pues "La historia avanza muy rápido [de manera que] Una definición [...] se torna obsoleta en sólo unos cuantos meses" (Itoh, 1992: 197). También se debe a que, como observó Robert Cox, el concepto es transhistórico en virtud de que un determinado orden mundial está siempre en pie (Cox y Sinclair, 1996). Otra razón, más de fondo, parece ser, como apuntó Brown (2001) para el caso de las RI en general, la multiplicidad de ángulos desde los cuales se puede enfocar esta cuestión y la diversidad de formas en las que por ende puede ser concebida.
En cualquier caso, el hecho es que la ausencia de una definición adecuada dificulta el estudio, la comprensión y la discusión de esta cuestión ya que se carece así de una noción que pueda servir de referencia común para estudiarla de manera que los resultados puedan tener un grado razonable de validez y aceptación. Es decir que, a fin de cuentas "[...] las definiciones sí importan [...] ya que las 'relaciones internacionales' no tienen un carácter esencial en el mundo real de ésos que pueden ser capaces de definir una disciplina" (Brown, 2001: 1).
No obstante esas dificultades, empero, varios autores han intentado avanzar en ese empeño. En un artículo en el que se deslindó del realismo clásico, Robert Cox estableció que:
Las "relaciones internacionales" asumen el sistema westfaliano como su marco natural de referencia, lo cual ya no es enteramente adecuado ya que hay formas de poder distintas al poder estatal que intervienen activamente en las relaciones globales. "Orden mundial" es [un término] neutral respecto de la naturaleza de las entidades que constituyen el poder [el cual] designa una configuración históricamente específica de poder de cualquier tipo (Cox 1992: 161).
Por su parte, Rochester (1993) observó que la idea de orden mundial tiene que ver con el manejo del poder (hegemonía, equilibrio, concierto), el desarrollo e implementación de reglas formales (leyes internacionales) y la creación de organizaciones internacionales. Agnew y Corbridge (1995) fueron más allá al definir el concepto de orden geopolítico como el conjunto de "reglas rutinarias, instituciones, actividades y estrategias a través de las cuales la economía política internacional opera en diferentes periodos históricos" (Agnew y Corbridge, 1995: 15). Más recientemente Hettne (2004) estableció que un orden mundial está constituido por tres elementos: estructura, modo de gobernanza y forma de legitimación. Por ende, distinguió entre estructuras unipolares, bipolares y multipolares, así como entre esquemas de gobernanza unilaterales, plurilaterales y multilaterales.
La definición más elaborada es la aportada por Mikael Baaz, quien sostiene que
El concepto de orden mundial resume el sistema de reglas formales e informales que imparte cierta conformidad legal y predictibilidad a las interacciones nacionales y transnacionales que se producen en ausencia del marco político y de la inequívoca autoridad que hasta ahora ha caracterizado al Estado-nación soberano en el orden westfaliano (Baaz, 2005: 18).
En suma, como puede apreciarse, cada intento de definición es, en efecto, guiado por una perspectiva teórica y un propósito particular determinados que definen el ángulo desde el cual esta cuestión es entendida en cada caso, como ocurre con cualquier otro concepto clave en RI. Por ende, cada definición es formulada de acuerdo con lo que su autor entiende por orden mundial.
En esa perspectiva, la definición que se propone aquí postula que la noción tradicional de orden mundial hace referencia a un arreglo pactado explícita o tácitamente entre las potencias dominantes, generalmente después de una conflagración mayor, acerca del papel que cada una de ellas ha de desempeñar y los principios, leyes e instituciones que habrán de gobernar las relaciones entre todos los actores en la escena global durante un periodo determinado. Los términos de dicho pacto son definidos de acuerdo con el equilibrio que se haya establecido entre esas potencias al término de la conflagración en cuestión, en consonancia con el poderío militar, tecnológico y económico que cada una haya alcanzado, equilibrio que es plasmado luego en una división geopolítica dada de la superficie terrestre del planeta. El pacto original se traduce luego en un entramado de normas y convenciones que permiten a los distintos actores llevar una convivencia en lo esencial civilizada y pacífica durante dicho periodo.
Como es evidente, esta definición así como las precisiones que la complementan, parten de la premisa de que el objeto de las RI como disciplina ya no se reduce a las relaciones políticas y diplomáticas entre Estados soberanos como lo dictaba el realismo clásico, sino que hoy comprende además las que tienen lugar entre toda la constelación de actores no estatales que también pueblan hoy la escena mundial, así como los flujos económicos transfronterizos y las interacciones que se producen entre ellos.
Sobre esa base es necesario por lo tanto distinguir entre orden mundial (el que rige entre actores estatales y no estatales), orden internacional (el que opera entre Estadosnación soberanos), y orden económico internacional, el que alude a las reglas y principios de acuerdo con los cuales los países interactúan en materia de producción, finanzas, comercio e inversión, tal como lo postulan teorías como la de la estabilidad hegemónica.1
El orden mundial desde la Gran Guerra a la pos-Guerra Fría. De la Liga de las Naciones al "momento unipolar"
Como la historia ha mostrado, es alrededor del fin de las grandes conflagraciones bélicas cuando un nuevo orden geopolítico es discutido, negociado y finalmente pactado por las potencias vencedoras sobre la base de la cuota de poder que cada una haya logrado y en línea con sus respectivos intereses económicos y estratégicos. Más específicamente, son los líderes de esas potencias quienes definen los términos del pacto y los contornos del nuevo orden.
Cuando el fin de la Primera Guerra Mundial estaba cerca, el presidente estadounidense Woodrow Wilson formuló sus famosos "catorce puntos" que hizo públicos en un discurso ante el congreso de su país en enero de 1918 (Jackson y Serensen, 2003: 37). Estos puntos, los cuales epitomizaban el internacionalismo liberal en boga en esos años, habrían de convertirse luego en las principales directrices del Tratado de Versalles y posteriormente en los principios medulares de la Liga de las Naciones, la organización que fue creada para implementar y vigilar la aplicación de dicho tratado.
En la misma forma, cuando la victoria de los aliados era inminente en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, los líderes de Estados Unidos de América (EUA), la Unión Soviética y Gran Bretaña se reunieron en Yalta, Crimea, en febrero de 1945 para discutir el fin de la Guerra del Pacífico y definir los contornos del orden geopolítico que habría de regir en la posguerra. La verdad, sin embargo, es que las negociaciones fueron realizadas de conformidad con los principios que Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill habían establecido cuatro años antes y plasmado en la Carta Atlántica, en la que ambos estadistas resumieron su visión de dicho orden. Ellos mismos fueron, además, quienes en 1944 acordaron crear una nueva institución basada en esos principios que sirviera como su ancla, la cual cobró forma años después bajo la denominación de Organización de las Naciones Unidas (ONU) (Ikenberry, 1996).
De la misma manera, poco antes de que la Guerra del Golfo irrumpiera en la historia, Mikhail Gorbachov y George H. W. Bush hicieron sendos llamados a crear un nuevo orden mundial que reemplazara el esquema bipolar que había regido por casi medio siglo que duró la Guerra Fría. Gorbachov delineó su propuesta en un discurso pronunciado en diciembre de 1988 ante la Asamblea General de la ONU, en el cual trazó los contornos del nuevo orden y los principios sobre los que éste se debía construir (Isaacson, 1988).2 Bush hizo lo propio en su discurso "Hacia un nuevo orden mundial" pronunciado ante el congreso estadounidense en septiembre de 1990, en el que también habló de cooperación soviético-americana, la incorporación de la URSS a las instituciones económicas internacionales y el fin de la confrontación ideológica. De esa manera, ambos estadistas moldearon la forma en que el mundo habría de organizarse y de funcionar en la última década del siglo XX.
A raíz de los acontecimientos ocurridos en el Otoño de las Naciones,3 los cuales culminaron con la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, así como del subsecuente colapso de la Unión Soviética acaecido en diciembre de 1991, la llamada Guerra Fría, que había comenzado en 1947 con la violación de los acuerdos de Yalta por parte de la Unión Soviética, tocó a su fin. Un nuevo orden mundial nació como consecuencia, al cual intelectuales y diplomáticos estadounidenses conservadores se apresuraron a calificar como el "momento unipolar".4 A pesar del enorme poderío militar y económico de Estados Unidos, ese momento resultó ser por demás efímero; lo que en realidad vino a tomar forma fue un singular arreglo geopolítico en el que si bien la superpotencia vencedora en la Guerra Fría quedó como el hegemón indisputado, éste pronto tuvo qué compartir la hegemonía y la iniciativa militar con otras potencias. Esta circunstancia inédita quedó de manifiesto cuando el gobierno de George H. W. Bush decidió emprender la Guerra del Golfo en el verano de 1990.
En general, lo más significativo de ese episodio es que mostró que un orden geopolítico con todo y el entramado de normas, convenciones e instituciones en el que se sustenta, puede ser desmantelado no sólo por una conflagración de alcance mundial sino también por movimientos sociales y políticos incubados al interior de algunos de sus países protagónicos. En el caso del de la Guerra Fría, esos movimientos se gestaron en una de las dos potencias que definieron su estructura bipolar y en los países que estuvieron dentro de su esfera de poder. Esto implica que el deterioro de las condiciones de vida y la falta de libertades políticas, que fueron el fermento de dichos movimientos, constituyeron los factores que en última instancia precipitaron el colapso de ese orden.
El "desorden" de la pos-Guerra Fría
Desde un punto de vista ideológico, el fin de la Guerra Fría marcó el triunfo del capitalismo, la entronización de la democracia occidental y la derrota del socialismo real. En ausencia de una alternativa viable, la democracia occidental fue así proclamada como la norma universal de organización y convivencia política, y el mercado como el mecanismo indisputado de agregación social y el principio supremo de coordinación productiva en países de todas las latitudes. Una euforia generalizada invadió todo el mundo como consecuencia, junto con la firme creencia de que los triunfos simultáneos del capitalismo y la democracia eran acontecimientos inextricablemente ligados entre sí (Gunder Frank, 1993). La expresión culminante de esas emociones fue la interpretación, por parte de Francis Fukuyama (1989), de que ese doble triunfo era una indicación inequívoca de que la humanidad había llegado al clímax de su evolución social y de que por lo tanto la historia había llegado a su fin.
Sin embargo, como se sabe, ese triunfalismo desbordado, especialmente la proclamación de Fukuyama, fueron desnudados en los años subsiguientes por un torrente de críticas de académicos e intelectuales de diversas extracciones (e. g. Gunder Frank, 1993; Ravenhill, 1993; Cowling y Sugden, 1994; Huntington, 1993, 1998). Tipificando esas reacciones, Gunder Frank puntualizó que
Entre las posiciones político-ideológicas no confirmadas por la realidad está la [...] de Francis Fukuyama [...] El curso de la historia, el cual es propulsado por fuerzas económicas, muestra que ni la historia, ni sus o nuestras ideas de la historia —incluso de la democracia— han terminado (1993: 3).
Desde una perspectiva geopolítica, el fin de la Guerra Fría trajo consigo no sólo el término de la confrontación entre las superpotencias sino también el reordenamiento del mapa mundial que había prevalecido desde 1945, la proliferación de nuevos Estados-nación y la aparición de nuevos poderes hegemónicos regionales como Alemania (en Europa) y Turquía (en el Cáucaso y Asia Central).5 Como consecuencia, el número de Estados (miembros de la ONU) se incrementó de 150 en 1979 a 180 en 1992 y nuevos "súper-Estados regionales" surgieron en Europa y Norteamérica (Nordenstreng, 1993: 461). La formación de estas entidades regionales bajo las égidas de la Unión Europea (UE) y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue vista como la respuesta de Occidente ante el vacío de poder que produjo el fin de la Guerra Fría (Dobbs-Higginson, 1994) y como una estrategia para facilitar la reestructuración de las economías capitalistas y apoyar los procesos de integración regional en esos continentes (Itoh, 1992).
Se produjo así una situación paradójica al crearse un enorme potencial para una cooperación sin precedentes, al mismo tiempo que un fermento sin paralelo para la aparición de conflictos renovados entre las principales potencias (Rochester, 1993). Esto generó una atmósfera de crisis y caos que fue calificada como el "desorden de la pos-Guerra Fría" (Anderson, 1992; Ravenhill, 1993; Drucker, 1994; Cox et al., 1995).
Pero hubo otras visiones sobre esta nueva era. Una planteaba que
[...] el orden mundial creado en la segunda mitad de los cuarenta perdura, más extenso y en algunos aspectos más robusto que durante la Guerra Fría [...] El fin de [esta guerra] no fue tanto el fin de un orden mundial sino el colapso del mundo comunista en el contexto de un orden occidental en expansión (Ikenberry, 1996: 79 y 91).
Otra fue en el sentido de que lo que se instaló en los años noventa en el mundo fue un nuevo imperialismo, en la medida en que "todas las grandes potencias pagan por tener el poderío que es, y siempre ha sido, necesario para mantener un orden imperialista" (Steven, 1994: 295).
Una interpretación más reciente, desde una perspectiva latinoamericana, fue que al terminar la Guerra Fría se consumó la declinación del sistema político internacional que se instauró en ese periodo y se inició el surgimiento de un sistema político internacional-global-regional que fue de corte postwestfaliano en su primera fase (a partir de 1993) y se tornó "retrowestfaliano" a partir de 2001 (Rocha y Morales, 2008).
Por otro lado, uno de los factores que se dice influyeron más en la conformación del orden de la pos-Guerra Fría fueron las grandes civilizaciones que subsisten en el planeta (Huntington, 1993, 1998; Cox, 1996; Strange, 1997).6 Esto se hizo evidente cuando los países se empezaron a agrupar en torno a aquellos que constituyen el núcleo de sus respectivas civilizaciones, y de que los principales agrupamientos ya no eran "los tres bloques de la Guerra Fría sino las siete u ocho civilizaciones más grandes" (Huntington, 1998: 21).
Lo que parece haber emergido en los noventa fue más bien "un extraño híbrido, un sistema uni-multipolar", como apuntó Huntington (1999). Este híbrido estaba constituido por una superpotencia con el poderío militar y financiero necesario para emprender cualquier iniciativa bélica que le viniera en gana, y varias potencias menores que alentaban "un movimiento internacional en favor de un mundo verdaderamente multipolar en el que ninguna nación dominara a otras" (Rahman, 2002: 2).
En general, las características medulares del orden geopolítico de la pos-Guerra Fría fueron: la ausencia de una potencia o grupo de potencias suficientemente fuertes para amenazar la seguridad nacional de la única superpotencia que quedó en pie —Estados Unidos—; la reafirmación de la supremacía militar de esta superpotencia; la tensión entre las fuerzas de integración y de fragmentación (nacionalismo, religión, desigualdades socioeconómicas) (Gaddis, 1991); y el conflicto entre la imagen de un mundo unipolar promovida por EUA y el movimiento internacional en pro de un mundo multipolar más igualitario.
En general, el orden que surgió en los años noventa fue moldeado por un intrincado conjunto de factores de diversa índole que se combinaron en un proceso complejo que culminó con el fin de la Guerra Fría y provocó el derrumbe del orden bipolar que ésta engendró. Ese proceso se ilustra en la figura 1.
Los shocks de la década cero
En los primeros años de esa última década del siglo XX se alimentó la creencia de que el orden que tomaba forma entonces iba a propiciar una nueva era de paz duradera y de cooperación y prosperidad sin precedentes en el marco de leyes e instituciones internacionales eficientes, a la cabeza del cual estaría la ONU, todo bajo la protección del hegemón mundial indisputado: Estados Unidos. Sin embargo, las cosas no resultaron así.
Los ataques a las torres del Centro de Comercio Mundial de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 (9/11) conmocionaron a Estados Unidos y al mundo entero al romper de un tajo la relativa paz que había existido desde la Guerra del Golfo. Se trató de la primera agresión directa en la historia de ese país perpetrada por una entidad extranjera en suelo estadounidense, la cual vino a ser el acto terrorista de mayor envergadura y repercusiones geopolíticas en el mundo contemporáneo.
No obstante, dichos ataques resultaron, por otro lado, de la mayor utilidad para George W. Bush en la medida en que la respuesta a los mismos vino a servirle como la divisa política central de su gobierno, con la cual pudo darle a éste el rumbo y la orientación, de los que había carecido hasta entonces, haciendo para ello un replanteamiento radical de sus prioridades y objetivos estratégicos en materia de política exterior. Más específicamente,
[...] los ataques terroristas constituyeron el punto de inflexión decisivo tanto para EUA como para la comunidad internacional en su conjunto. El 11 de septiembre no sólo alteró para siempre el paisaje urbano de la ciudad de Nueva York, sino que de hecho cambió radicalmente la naturaleza de las relaciones internacionales y la política exterior estadounidenses (Rahman, 2002: 1).
Como la historia lo registra, Bush usó poco después ese episodio como pretexto para adoptar e imponer en el mundo una visión conservadora e incluso bíblica de las relaciones internacionales y a partir de ella justificar la invasión de Irak en marzo de 2003, y el inicio de la segunda Guerra del Golfo en los meses subsiguientes. Con ello, la promesa de una paz duradera ofrecida por su padre una década antes, quedó sólo en un buen deseo.
Dado su carácter unilateral, la Guerra de Irak implicó un giro drástico en la política militar y geoestratégica de Estados Unidos en razón de que se emprendió con sustento en el principio del ataque preventivo (preemptive strike), el cual fue invocado por Bush Jr. con el pretexto de una supuesta posesión de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Saddam Hussein. De esa manera, su gobierno impuso en el mundo un crudo "globalismo unilateral", como lo calificó Huntington (1999), similar al que su padre pretendió instaurar durante el "momento unipolar".
Paradójicamente, la Guerra de Irak mostró al mundo que un rasgo básico del orden de la pos-Guerra Fría aún estaba vigente al iniciarse el siglo XXI. Se trata del hecho inédito de que la "superpotencia solitaria", como el mismo Huntington (1999) llamó a ese país, tuvo que buscar la colaboración de otras potencias para compartir los objetivos y, sobre todo los costos de esa guerra, todo con la bendición y de hecho la complicidad de la comunidad internacional encarnada en la ONU.
Un lustro después del 9/11 otro suceso vino a alterar a su vez el orden de la pos-Guerra Fría. La crisis hipotecaria que estalló en el verano de 2008 y provocó luego el colapso del sistema financiero de Estados Unidos, desembocó en la primera gran crisis económica global del siglo XXI, la cual vino a acentuar los cambios provocados en el paisaje geopolítico por los ataques del 9/11 y la Guerra de Irak. Al mismo tiempo, esta crisis aceleró el declive de Estados Unidos como garante del orden económico internacional que fue consustancial a la "pax americana" instaurada después de la Segunda Guerra Mundial. Ese declive empezó a principios de los años noventa, cuando la "superpotencia solitaria" dejó de ser capaz de, y estar dispuesta a, sostener el orden multilateral de comercio que se construyó en la posguerra.
Todo lo anterior vino a mermar el liderazgo económico de Estados Unidos en el mundo, al igual que lo hicieron recesiones anteriores. Una fue la que se produjo después de que Richard Nixon abolió en 1971 el patrón oro, instituido después de la Segunda Guerra Mundial; otra fue la que se produjo tras la crisis mundial del petróleo que estalló en 1973. En el caso de la crisis del año 2008, el debilitamiento fue tan serio que Jeffrey Garten, quien fuera subsecretario de Comercio Internacional con el presidente Clinton y decano de la Escuela de Administración de Negocios de Yale, planteó que la conformación de un nuevo orden económico internacional anclado en nada menos que un banco central a escala mundial, se había tornado imperativa (Garten, 2008).
Por todo lo anterior, la crisis de 2008 tuvo un fuerte impacto en sentido geopolítico, ya que vino a erosionar más aún la posición hegemónica de Estados Unidos y con ello la estabilidad internacional que se había logrado tras el fin de la Guerra Fría. De hecho, incluso afectó las tendencias globales dominantes, al grado que ha sido calificada como "un síntoma de la globalización que se tornó inmanejable", y a la globalización como una "víctima" de la crisis (Naím, 2009).
Al mismo tiempo, empero, esta crisis ha fortalecido tanto a la globalización como al nacionalismo. Como lo señala Stephens (2008), la globalización es instigada por las naciones más ricas como un instrumento para construir un orden global en el que puedan preservar su posición privilegiada. En cambio, el nacionalismo es una fuerza alimentada por las potencias emergentes, principalmente China y la India, las cuales nunca se han sentido parte del orden multilateral diseñado por Occidente y por lo tanto son reticentes a ver su soberanía mermada bajo dicho orden.
El caso es que el ascenso de China, la India y otras potencias como Rusia, Brasil e Indonesia —el llamado grupo BRIO— se convirtió en el otro gran factor que vino a alterar el esquema geopolítico de la pos-Guerra Fría al modificar la correlación de fuerzas en el plano económico y geopolítico y por lo tanto la distribución internacional de poder. Esto ocurre en razón de que
Asia está ascendiendo rápidamente, con su creciente poder económico traduciéndose en poderío político y militar [...] [por lo que] El desplazamiento del poder de Occidente a Oriente está acelerándose y pronto cambiará dramáticamente el contexto en el que se tendrán que enfrentar los desafíos así como los desafíos mismos (Hoge Jr., 2004: 1).
En suma, lo que dejan en claro los cambios referidos es que el movimiento en pro de un orden más equilibrado terminó imponiéndose sobre la pretensión estadounidense de establecer un esquema unipolar de poder en el mundo. Y es que la multipolaridad siguió avanzando durante la década cero a medida que nuevas potencias han surgido y más actores se han sumado a la escena mundial. En este sentido, Vidal (2010: 241) sostiene que la multipolaridad entraña
[...] realineamientos geopolíticos y estratégicos potencialmente bruscos y riesgosos, caracterizados por una fuerte competencia por recursos y una panoplia de problemas comunes para los que no hay visos de solución. De este caldero saldrá la nueva balanza de poder del siglo XXI.
Por lo tanto, puede concluirse que los acontecimientos acaecidos a partir del 11 de septiembre de 2001 han modificado el orden que se instauró en los noventa, dando lugar a una variante de éste que ostenta rasgos propios y constituye el orden que priva en el mundo a principios de la segunda década del siglo XXI.
Se trata pues de un caso más en el que el tránsito de un orden a otro es propulsado no por una conflagración a gran escala, sino por acontecimientos más puntuales y de otra índole. Como se señaló, el orden bipolar de la Guerra Fría se derrumbó como consecuencia de movimientos sociales y políticos que se incubaron al interior de algunos de los países que lo protagonizaron; el que lo sucedió en los años noventa se trastocó en la década siguiente a raíz de acontecimientos más puntuales pero con repercusiones geopolíticas globales como los ataques terroristas del 9/11, el surgimiento de otras potencias en Asia y una crisis económica mundial que se gestó en la principal potencia.
Lo que muestran esos episodios es que la naturaleza de los factores que conducen al desmantelamiento de un orden mundial determinado ha cambiado en las últimas décadas. Es decir, dejan en claro que los grandes conflictos bélicos dejaron de ser el único factor capaz de producir resultados como ése. Movimientos como los que culminaron a finales de los años ochenta y acontecimientos como los registrados en la década cero, han resultado ser suficientes para provocar el fin de un orden y dar lugar así al surgimiento de otro nuevo, o cuando menos para modificarlo a tal grado de producir una variante del anterior. Esta realidad inédita aporta así nuevos elementos para comprender, en el plano intelectual, los soportes en los que descansan los esquemas geopolíticos en estos tiempos, así como los factores que pueden alterarlos o bien desmantelarlos.
El orden mundial hoy
Una vez que se ha identificado la conformación de una variante del orden de la pos-Guerra Fría engendrada por los shocks de la década cero, surge la interrogante en cuanto a cuáles son los que la definen. Las visiones y posturas en este respecto son diversas y contrastantes.
Por un lado, el orden vigente es concebido como "el siglo XIX restaurado" en virtud de que un gran cisma está dividiendo al mundo en dos grupos, uno de regímenes democráticos (los países más ricos del mundo) y otro de regímenes autocráticos (China y la India), es decir, "el club de autócratas y el eje de la democracia" (Kagan, 2008: 11).
Por otro, se argumenta que el mundo actual está dividido en tres campos formados alrededor de tres grandes imperios —China, la UE y EUA—, los cuales tratan de moldear el mundo de acuerdo con sus intereses. Haciendo uso de su poderío imperial, se dice que esos campos compiten entre sí para atraer a sus órbitas a los países de lo que se llamó el Segundo Mundo. En ese contexto, la UE surge como "el imperio más popular y exitoso de la historia, pues no domina sino más bien disciplina" (Khanna, 2008: 6).
En los hechos, el mundo post-9/11 funciona en virtud de la agencia, en gran medida descoordinada, de un complejo ensamblaje de actores estatales y no estatales que se desenvuelven en varios niveles. El primer nivel está compuesto por una colección de instituciones internacionales encabezadas por el Consejo de Seguridad de la ONU, cuyos miembros son nada menos que las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial, más China; las otras son agencias y organismos de la ONU, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización para la Alimentación y la Agricultura (OAA), y la Organización Mundial del Comercio (OMC) (The Economist, 2008a).
En el segundo nivel se ubican las potencias económicas líderes, i. e. Estados Unidos, Europa, Japón, China y la India, las cuales en conjunto dan cuenta de 54% de la población mundial y 70% del producto global bruto (The Economist, 2008a). El tercer nivel está integrado por las potencias económicas intermedias —Brasil, México, Sudáfrica, Arabia Saudita, Corea del Sur y Australia—. Finalmente, el cuarto nivel comprende una amplia y diversa población de corporaciones globales, organizaciones no gubernamentales (ONG), grupos terroristas, fondos soberanos de capital y otros actores no estatales. En la figura 2 se ilustra este esquema piramidal.
En línea con ese esquema, Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, sostiene que el mundo actual ya no es unipolar ni multipolar sino no-polar, ya que es "dominado no por uno o dos o incluso un buen número de Estados, sino por docenas de actores que poseen y ejercen varios tipos de poder", muchos de los cuales no son Estados-nación (Haass, 2008: 44). En este contexto los Estados-nación han perdido su monopolio sobre el poder y, hasta cierto punto su preeminencia en virtud de que un enjambre de instituciones regionales y globales, organizaciones de la sociedad civil, milicias, ONG y corporaciones globales desafían cotidianamente a los gobiernos nacionales.
El mundo no-polar ha tomado forma, según Haass, no sólo como consecuencia del surgimiento de otros actores o del fracaso de las políticas de Estados Unidos, sino más bien como un producto inevitable de la globalización. Ésta induce la no-polaridad incrementando los flujos y las transacciones transnacionales que tienen lugar en el mundo sin el conocimiento y/o el control de los gobiernos nacionales y fortaleciendo las capacidades de los actores no-estatales. Como consecuencia, el orden vigente se está convirtiendo en un desorden no-polar en razón de que "Con tantos actores que poseen considerable poder y tratan de reafirmar su influencia [...] [es] más difícil armar respuestas colectivas y hacer que las instituciones funcionen" (Haass, 2008: 47).
El orden actual ha sido también calificado como "neopolar", en el sentido de que si bien Estados Unidos sigue siendo la superpotencia indisputada, "ningún país por sí solo puede hoy controlar al mundo" (The Economist, 2008b). Más aún, se habla de que está surgiendo un mundo "apolar" de "sistemas traslapados" y "poderes relativos" a raíz del "cambio tectónico en el balance global de poder" que está ocurriendo actualmente.
Por último, dada la amplia diversidad de actores que pueblan el mundo hoy en día, el paisaje geopolítico actual es calificado como neomedieval, dada su creciente semejanza con el que se configuró en la Europa de la Edad Media (Rosenau, 1990; Beck, 1998; Mittelman, 2002; Sassen, 2006; Howison, 2006). En aquel contexto los reinos, feudos y señoríos coexistían con otras entidades políticas y autoridades como el Sacro Imperio Romano-Germánico, el Papado, ciudades-Estado, principados, ciudades imperiales y autoridades eclesiásticas locales.
En suma, lo que queda claro es que el esquema geopolítico actual se asienta sobre una comunidad de actores más diversa y plural que la que había bajo el llamado desorden de la pos-Guerra Fría. Esta circunstancia lo hace aún más complejo, planteando así desafíos más grandes en cuanto a la posibilidad de lograr una gobernanza sólida y eficiente a escala global, lo cual pone cada vez más presión sobre las instituciones y organismos multilaterales que se han creado para cumplir esa función, principalmente la ONU.
En todo caso, y como toda formación geopolítica, el orden post-9/11 no es un esquema estático sino un arreglo dinámico. Por lo tanto, cabe preguntar cómo puede evolucionar en el futuro cercano, en particular, qué formas puede adoptar en cuanto a su carácter, su estructura, su funcionamiento y su grado de polaridad. Estas preguntas revisten relevancia tanto teórica como práctica y por lo tanto demandan respuestas que permitan avanzar en el conocimiento sobre esta área neurálgica de las RI.
El orden mundial más allá de la década cero
Como todo esquema geopolítico, la variante actual del orden de la pos-Guerra Fría se puede alterar, transformar e incluso colapsar en los próximos años o décadas, aun en ausencia de una conflagración mayor. La forma que puede adoptar va a ser determinada por las tendencias globales vigentes en la actualidad, así como por acontecimientos de repercusiones geopolíticas globales que se puedan producir en el futuro cercano.
Como se refirió al principio, la noción tradicional de orden mundial alude al manejo del poder, la formulación e implementación de leyes y la creación de organizaciones internacionales (Rochester, 1993). Asimismo, se vio que todo orden concreto está constituido por tres elementos: estructura, modo de gobernanza y forma de legitimación (Hettne, 2004). Con base en estos conceptos pueden ponderarse el rumbo y las formas que puede adoptar el orden actual más allá de la década cero.
Hacia un esquema multipolar consolidado
En cuanto a estructura, es previsible que el orden actual termine de diferenciarse del esquema uni-multipolar de la pos-Guerra Fría, como lo calificó Huntington (1999), y se consolide como un esquema propiamente multipolar como el que Huntington mismo prefiguró, o cuando menos uno similar al que prevalecía antes de la Segunda Guerra Mundial, con muchas potencias capaces de lograr acuerdos en forma expedita y consensuada. Dado que todo indica que la posición hegemónica de Estados Unidos seguirá debilitándose y otras potencias que actualmente emergen, sobre todo en Asia, se consolidarán como polos de poder con la fuerza para desafiar al otrora hegemón indisputado, esa previsión resulta bien fundada.
Dicho debilitamiento es reconocido y previsto incluso por órganos gubernamentales estadounidenses como el Consejo de Inteligencia Nacional (NIC), el cual admitió en su reporte Global Trends 2025 que "Estados Unidos seguirá siendo el país más poderoso del mundo aunque será menos dominante [...] un primero entre iguales" (NIC, 2008: IV). Asimismo, el NIC reconoce el surgimiento de nuevos actores y prevé la consolidación de un esquema multipolar, si bien acompañado éste de un multilateralismo más limitado y un regionalismo acrecentado como consecuencia del vacío dejado por ese orden multilateral en declive.
Un orden multipolar consolidado puede adoptar diversas modalidades en cuanto a modo de gobernanza, ya que el mundo puede, por ejemplo, ser "cuadrilateral" y/o "cuadripolar", como lo prevé Leonard (2005) para 2026. En todo caso, lo que es evidente es que las fuerzas que lo están moldeando son el ascenso de nuevas potencias en Asia, el consiguiente desplazamiento de poder y riqueza de Occidente hacia Oriente, y el hecho de que "La nación central en la transformación geopolítica en marcha es China" (Peel, 2009).
Sin embargo, el mundo también podría deslizarse hacia un desorden no-polar, que podría ser contrarrestado por una "no-polaridad concertada" pactada por un grupo de gobiernos comprometidos con el multilateralismo cooperativo (Haass, 2008). El esquema de gobernanza que puede tener más posibilidades de concretarse en la práctica, empero, es un "minilateralismo", entendido como el mejor medio para romper "el estancamiento que caracteriza al multilatera-lismo del siglo XXI", ya que permitiría la mayor efectividad para solucionar problemas con la participación del menor número posible de países (Naím, 2009).
El punto es que, independientemente de las modalidades puntuales que adopte, todo indica que el orden que prive más allá de la década cero va a caracterizarse por una estructura con un mayor grado de multipolaridad y va a funcionar sobre la base de alianzas estratégicas ad hoc y un esquema multilateral de gobernanza global. Como consecuencia, dado el equilibrio que impone la certeza de una destrucción mutua que entraña el uso de armas nucleares, puede esperarse que la multipolaridad acrecentada propicie una estabilidad geopolítica mayor que la que se logró tanto en la pos-Guerra Fría como en la década cero. Dicha estabilidad estará sustentada en un equilibrio de poder alcanzado y mantenido, invocando no criterios ideológicos sino consideraciones pragmáticas.7
Lo anterior, no obstante y dada la multiplicidad y diversidad de actores que existen en la escena global hoy en día, la verdad es que ese orden no sólo no va a estar exento de conflictos y tensiones sino que de hecho puede ser un medio propicio para incubarlos. Como lo sentenció Jeffrey Sachs: "'El 'nuevo orden mundial' del siglo XXI encierra la promesa de una prosperidad compartida [pero] también el riesgo de un conflicto global" (Sachs, 2008: 1).
¿Un orden neomedieval?
Dado que desde finales del siglo XX el orden mundial se ha venido asemejando cada vez más al que se configuró en la Europa medieval, un escenario que también puede configurarse en el futuro es que la variante post-9/11 del orden de la pos-Guerra Fría evolucione hacia una versión madura de dicho molde medieval (Gilpin, 2001; Friedrichs, 2001; Wendt, 2003; Rapley, 2006; Sassen, 2006; Gamble, 2007; Williams, 2008; Khanna, 2009a, 2009b).
Esa visión se sustenta en que "En tiempos medievales, diferentes estructuras de poder —religioso, político, militar y comercial— buscaron el poder con apoyo en alianzas cambiantes. Todo esto ocurre de nuevo hoy [...] [ya que] La nueva Edad Media [...] ya ha empezado" (Khanna, 2009a). Por eso se vaticina que el neomedievalismo va a reemplazar en el siglo XXI al orden westfaliano de Estados-nación aún vigente, y que el mapamundi no va a estar constituido únicamente por "Estados-nación claramente delineados" (Howison, 2006: 10).
Y en efecto, los diferentes actores tanto estatales como no estatales que se despliegan hoy en el plano mundial, tienen fuentes de autoridad y potestades con un alcance territorial igualmente diverso. Como ya se refirió, Estados soberanos, entidades multiestatales, principados, territorios insulares, organizaciones internacionales, instituciones económicas multilaterales, empresas globales, organizaciones no gubernamentales, organizaciones intergubernamentales, Cortes internacionales de justicia, fondos soberanos y organizaciones obreras internacionales coexisten e interactúan cotidianamente en la escena global presente.
El resultado de esa amalgama es una intrincada maraña de jurisdicciones que se traslapan e incluso se contraponen, lo cual ha dado lugar a un complejo escenario en el que cada actor constituye una fuente particular de agencia y autoridad, el cual se asemeja cada vez más al orden que prevaleció en la Europa medieval. Por consiguiente, es previsible que esa semejanza continúe aumentando en la medida en que más actores sigan surgiendo, de manera que el orden mundial futuro bien podría ostentar, con creciente propiedad, el calificativo de neomedieval.
Un mundo de imperios y megarregiones
En virtud de lo observado en las últimas décadas, hay bases para prever que el orden posdécada cero va a tener que acomodar dos actores emergentes de enorme peso específico: neoimperios y entidades políticas regionales.
La tendencia a la conformación de nuevos imperios se percibió desde los años noventa (Guéhenno, 1995). Aunque en ese tiempo no estaban bien definidas, las formaciones neoimperiales surgían ya más fluidas y flexibles que los Estados-nación, si bien tendían a ser más vulnerables al estar penetradas por redes invasivas.
Entre esas formaciones destaca el nuevo imperio estadounidense, el cual se dice que surge, o más bien resurge, simultáneamente con el advenimiento de un mundo postinternacional y como resultado de la toma de control del gobierno de Estados Unidos por las grandes corporaciones y por militares neoconservadores (Korten, 2006; Ferguson y Mansbach, 2008). Lo relevante es que
No estamos simplemente reconstruyendo el escenario de la Guerra Fría con más de dos actores, que es lo que esencialmente implica la multipolaridad. La presente situación de poder en la arena internacional es mucho más un regreso al mundo previo a 1914 de imperios múltiples, que no son necesariamente capaces de armonizar sus intereses (Ferguson, 2007: 6).
Otro de los grandes imperios emergentes es Europa, cuyo estatus como tal va a consolidarse, como argumenta Howison (2006), cuando el Estado-nación desaparezca y los imperios en formación se conviertan en los actores dominantes junto con las redes transnacionales y el "Estado mercantil".
El hecho, no obstante, es que la tesis de la formación de nuevos imperios no ha ganado consenso. Rosenau (2005) la rechaza argumentando que los imperios requieren un poder centralizado ejercido por un Estado poderoso, lo cual no es factible en el mundo actual, donde el poder está uniformemente distribuido. Sin embargo, dado que los imperios son por definición heterogéneos y por ende altamente descentralizados, la verdad es que entidades como la UE sí pueden justificar ese calificativo en la medida en que sus miembros líderes —en este caso Alemania y Francia— ejercen un poder central como el que Rosenau considera indispensable para que un imperio funcione como tal.
Si bien los otros campos imperiales que identifica Khanna (China y Estados Unidos) tienen una estructura y un ámbito de autoridad más difusos, el hecho es que ejercen una influencia igualmente poderosa dentro de sus respectivas esferas de influencia mediante la cual sostienen ese estatus. Aún más, en rigor China puede catalogarse en sí misma como un imperio, pues en los hechos nunca ha dejado de serlo desde que Qin Shi Huang unificó a los estados guerreros y fundó el primer imperio en 221 a. C. A tono con esta observación, Little (2010) sostiene que actualmente se está configurando una nueva versión del orden global que prevaleció por milenios hasta 1800, con China a la cabeza; este proceso es propulsado por un grupo de organismos regionales en los que el país desempeña el papel central, en particular ASEAN + 3, la Organización de Cooperación de Shangai y el grupo BRIC.8 De la misma manera, en los hechos Rusia siguió siendo un imperio después de la caída del régimen zarista y del desmantelamiento de la Unión Soviética, si bien ahora se le designa oficialmente como "federación".
La visión de un mundo neoimperial es reforzada por otras observaciones como la de Colomer (2007: 1 y 5), quien apunta que
[...] el mundo actual se caracteriza por la vastedad y el carácter incluyente de unos cuantos grandes imperios [Estados Unidos, China, Europa, Japón y Rusia], la declinación o fracaso de los Estados soberanos, y el florecimiento de cientos de pequeñas, independientes o políticamente autónomas comunidades y naciones.
Lo notable es que no se trata del renacimiento de los grandes imperios del pasado, sino de la configuración de una versión contemporánea de esa figura cuyos rasgos principales son: un tamaño sumamente grande en cuanto a población y territorio, ausencia de límites territoriales fijos o permanentes, una mezcla de grupos étnicos y unidades territoriales diversos, y un entramado de jurisdicciones en niveles múltiples que se traslapan. Por lo tanto, el término "imperio" no debe confundirse con el de "imperialismo", ya que el primero designa a una entidad política concreta, mientras que el segundo alude a una política o actitud de acuerdo con la que una potencia se puede conducir en el plano internacional. Éste es el caso de Estados Unidos, que después de la Guerra Fría adoptó una estrategia que busca conservar la hegemonía global preservando su primacía como el país más poderoso en el mundo. Esa "gran estrategia es 'imperial' en su núcleo [...] [ya que] sus proponentes creen que Estados Unidos tiene el derecho así como la responsabilidad de interferir en la política de otros países" (Mearsheimer, 2010: 3).
En la práctica ocurre que las entidades multiestatales que han venido conformándose en las últimas décadas están dando lugar a un orden multipolar formado por regiones autosuficientes pero no autárquicas enraizadas en las antiguas civilizaciones, las cuales "[...] deben ser internamente multiculturales, de manera similar a los imperios históricos que han proporcionado a la humanidad un molde político eficiente por mucho más tiempo que el homogenizante sistema de Estados-nación (Hettne et al., 2008: 53).
En síntesis, puede decirse que hay bases para prever que el orden que se instaure en el mundo en el futuro cercano incluya entidades geopolíticas con rasgos similares a los imperios que surgieron y desaparecieron desde los albores de la civilización hasta bien entrado el siglo XX, pero en una versión propia del XXI. Un rasgo que distingue a esta nueva versión es que algunas de esas entidades van a tener una doble identidad, ya que además de los propios, van a ostentar los rasgos básicos del otro nuevo actor que el orden por venir va a tener que acomodar también y que igualmente va en camino de ser protagónico: las megarregiones.
La percepción de un mundo poblado por megarregiones como actores dominantes se inscribe en una línea de argumentación cuyos orígenes se remontan a los trabajos de Karl Polanyi escritos durante la Segunda Guerra Mundial, específicamente un seminal pero poco conocido artículo (Polanyi, 1945). En ese entorno convulso y caótico, Polanyi observó que grandes entidades multinacionales estaban surgiendo (e. g. la Mancomunidad Británica de Naciones, la Unión Soviética), en las que nuevas formas de socialismo, de capitalismo y de economía planificada estaban apareciendo. Esta observación lo llevó a plantear que "El nuevo patrón permanente de las cuestiones mundiales es uno de sistemas regionales coexistiendo uno al lado del otro" (Polanyi, 1945: 87).
Y en efecto, ya en los años de la Guerra Fría los Estados-nación tendían a fundirse para crear entidades regionales y las organizaciones internacionales ya contemplaban la formación de un gobierno mundial (Nye Jr., 1971). En medio del desorden de la pos-Guerra Fría, como ya se refirió, se percibió igualmente el surgimiento de nuevos "súper-Esta-dos regionales" en Europa y Norteamérica, y la aparición de grandes entidades multiestatales que desplegaban agencia e iniciativa y de las que su máximo ejemplo era la naciente Unión Europea (Halliday, 1993).
En ese contexto emergió la tríada de megarregiones —Europa Occidental, Norteamérica y Asia Pacífico— que pronto se perfilaron a convertirse en los actores dominantes en la escena global de fin de siglo (Drucker, 1989; Itoh, 1992; Dobbs-Higginson, 1994; Castells, 1996). Para 2001 la tríada ya concentraba las tres cuartas partes de la inversión extranjera directa (UNCTAD, 2002), y para 2004 cerca de 90% de la producción mundial (Banco Mundial, 2006).
Haciendo eco de todos esos procesos, Hettne (2004) abogó así por un regionalismo multilateral en el que el acceso a un bloque se determine en función de la proximidad geográfica, ya que dicho esquema conduce a un orden postwestfaliano en el que el Estado es reemplazado, o bien complementado, por bloques políticos regionales.
Pero el surgimiento de grandes formaciones regionales, cabe apuntar, no es sólo una tendencia abstracta producto de las visiones y percepciones de académicos y estudiosos del orden global, sino que se trata de una tendencia tangible y concreta que ha exhibido una fuerza creciente en las últimas dos décadas. Más de 40 acuerdos de integración a escala intercontinental, continental y regional están en vigor actualmente alrededor del mundo (ADB, 2008; www.caexpo.org; www.europa-eu-un.org; www.africa-union.org). Adicionalmente, 297 acuerdos comerciales firmados y en vigor habían sido notificados a la UMC, y antes del GATT, a mayo de 2011 (http://www.wto.org); además 2,750 acuerdos bilaterales de inversión, 2,894 acuerdos para evitar una doble tributación y 295 acuerdos internacionales de inversión estaban en vigor a finales de 2009 (UNCTAD, 2010: 81).
El que la Unión Europea sea por mucho el más comprehensivo y avanzado de esos procesos de integración regional y por lo tanto el ejemplar más acabado de entidad política regional como las que identifican Hettne y los demás autores referidos en los párrafos anteriores, es una realidad comprobada por los hechos. No sólo agrupa 27 Estados, que pronto pueden llegar a 30, sino que además ha firmado cuando menos dos docenas de tratados de libre comercio y acuerdos de asociación económica con países de todas las latitudes, y actualmente negocia media docena más (http://ec.europa.eu).
Muy de cerca le sigue —un hecho que por cierto no se comenta en la literatura— la Unión Africana (UA), organismo de alcance continental que ha desarrollado una estructura organizacional muy similar a la de la Unión Europea (www.africa-union.org). A la UA se suman cuando menos una docena de organizaciones regionales con objetivos similares en ese continente.9
Le siguen en cobertura y grado de consolidación: el Mercado Común Sudamericano (Mercosur), que comprende la mayor parte de ese subcontinente; la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la cual agrupa a los 10 países de esa región; la Asociación para la Cooperación Regional del Sur de Asia; la Organización de Cooperación Económica Regional de Asia Central; y el Área de Libre Comercio del Sur de Asia. A todas ellas puede agregarse ASEAN + 6, un nuevo agrupamiento formado por China, la India, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, el cual puede ser la semilla para la formación de una comunidad económica de Asia (Toh, 2009).
El hecho es, pues, que los procesos de integración regional ocurren a lo largo y ancho del planeta, lo cual otorga bases para aseverar que la regionalización es un proceso suficientemente poderoso y ubicuo como para hacer que un orden geopolítico como el que atisbó Polanyi y avizoran con más precisión Hettne y los demás autores arriba comentados, sea una realidad concreta en un futuro no muy lejano.
De acuerdo con lo discutido en párrafos anteriores, sin embargo, las tendencias y procesos en marcha actualmente apuntan a que las macrorregiones multinacionales a la Hettne van a coexistir con entidades neoimperiales de rasgos similares, algunas de las cuales, en particular la UE, se perfilan a ser al mismo tiempo imperios y macrorregiones; otras van a seguir siendo Estados-nación pero a la vez entidades neoimperiales, sobre todo China, Estados Unidos y Rusia.
Más generalmente, puede decirse en conclusión que el orden que se configure en el mundo más allá de la década cero se va a caracterizar por una multiplicidad y una diversidad sin precedentes de actores y de fuentes de autoridad con ámbitos de acción y jurisdicciones igualmente diversas, que por lo tanto se van a traslapar. De esta manera, apunta a ser un orden más propiamente multipolar con rasgos neomedievales en el que coexistirán megarregiones y entidades de corte neoimperial que estarán en la cúspide de la pirámide de poder y gobernanza globales. En todo caso, ese orden se encamina a ser menos jerárquico y menos centralizado, si bien más complejo y probablemente más inestable que la actual variante post-9/11 del orden de la pos-Guerra Fría, y más aún que el orden bipolar de la Guerra Fría bajo el que el mundo pudo disfrutar durante cuatro décadas de la tensa pero sostenida estabilidad que propició la "pax estadounidense".
Comentarios finales
Como lo consigna la definición propuesta al principio y se documentó enseguida, el diseño y el establecimiento de un nuevo orden mundial tradicionalmente se producían después del fin de una conflagración mayor. Era en ese momento cuando las potencias vencedoras se repartían los territorios de los vencidos y establecían las normas y convenciones de acuerdo con las que habría de organizarse y de conducirse la comunidad global a partir de entonces. Todo eso lo hacían según la posición de poder que habían logrado cada una al llegar al armisticio y de acuerdo con sus intereses nacionales y sus objetivos estratégicos, tal como ocurrió al término de las dos guerras mundiales que tuvieron lugar en el siglo XX.
Esa tradición cambió a finales de ese siglo. Como también se mostró, hay otros eventos que, sin tener el alcance ni la envergadura de esas grandes conflagraciones, tienen la trascendencia y las repercusiones geopolíticas suficientes para alterar, e incluso trastocar, el orden geopolítico y el mapamundi vigentes. Éste fue el caso de los movimientos y revueltas del "otoño de las naciones", que sin el disparo de una sola bala condujeron al colapso de los regímenes socialistas en Europa, al subsecuente desmoronamiento del bloque soviético, y ultimadamente nada menos que al desmantelamiento del orden bipolar de la Guerra Fría.
Esa nueva realidad también se hizo presente al inicio del siglo XXI. Los hechos ocurridos durante la década cero rompieron el molde original del orden —o desorden— de la pos-Guerra Fría y modificaron los códigos que rigen las relaciones internacionales con la imposición unilateral de una política de guerra preventiva por parte del gobierno de George W. Bush, la cual puso en práctica con la invasión a Iraq y lo que vino a ser la Segunda Guerra del Golfo. Ese rompimiento fue asimismo producto de acontecimientos de otra índole que también cimbraron al mundo, i. e. la crisis económica global que estalló en Estados Unidos en 2008, el ascenso de nuevas potencias en Asia, y el consecuente desplazamiento de poder y riqueza de Occidente a Oriente en marcha actualmente.
Si bien no provocan la transición hacia un orden mundial enteramente nuevo, acontecimientos como ésos tienen la fuerza y las implicaciones geopolíticas suficientes para alterar el existente y ponerlo en movimiento hacia su transformación.
En efecto, los shocks de la década cero dieron lugar a la conformación de una variante del orden de la pos-Guerra Fría que, en contraste con éste, se caracteriza por la maduración de la estructura multipolar que se empezó a gestar en los años noventa, por la configuración de un esquema de gobernanza más multilateral en lo económico pero más unilateral en lo geopolítico, y una diversidad más amplia de actores, entre los que destacan versiones más maduras de los antiguos imperios y de las formaciones regionales que empezaron a surgir a finales del siglo XX. La semejanza, y en gran medida la correspondencia, entre estos dos tipos de entidades emergentes que se señalaron aquí pero que han pasado inadvertidas en la literatura sobre esta temática, revisten implicaciones teóricas de considerable significación. Esto es en razón de que se define así la necesidad de conceptualizar de manera dual una misma entidad geopolítica en cuanto a su naturaleza, su composición interna y su conducta como actor en la escena mundial, lo cual es una asignatura pendiente en las RI.
Por otro lado, resulta cada vez más imperativa la construcción de un esquema efectivo de gobernanza global, del que hasta ahora se ha carecido, de modo que la comunidad mundial pueda normarse y regularse eficientemente. Sólo así se podrá revertir, y eventualmente reducir, la fragilidad e inestabilidad que han caracterizado al orden mundial desde el fin de la Guerra Fría, dado el creciente número de actores que se han sumado a la arena global.
Por consiguiente, hoy más que nunca es necesario reforzar las iniciativas y redoblar los esfuerzos que desde mediados de los noventa han propugnado académicos y analistas (e. g. Rochester, 1993, y Cavanagh et al., 1994) para que se lleve a cabo no sólo una reforma profunda sino de plano una refundación tanto de la ONU, la cual ha hecho evidente su ineptitud e ineficacia en casos como el de la invasión estadounidense a Iraq, como del FMI y el Banco Mundial para mejorarlos y ponerlos a tono con las realidades y las exigencias del siglo XXI y en particular con las del orden que existe al inicio de su segunda década.
Taller de aplicación de conocimientos
Luego de la lectura juiciosa de esta época paradójica para
la humanidad resuelve los siguientes interrogantes según los conocimientos
adquiridos.
1.
Como era la situación económica de europa
terminar la segunda guerra mundial.
2.
Que organizaciones se transformaron o surgieron
para proteger la estabilidad de la economía mundial.
3.
Explica en qué consisten las marchas y su
importancia para reconstrucción de Europa. A quién benefició y porque.
4.
Cuáles fueron los dos bloques de poder
instaurados durante la posguerra fría y que ideología los caracterizado.
Explica con ejemplos.
5.
Describe cómo te imaginas el mundo después de
una catástrofe nuclear. Se lo más realista posible.
6.
Menciona ejemplos de los principales cambios
culturales que se dieron en el mundo después de la guerra fría según la
ideología.
7.
Qué tipo de adelantos tecnológicos desarrollaron
estas susperpotencias en esta época.
8.
Según la teoría estudiada cuál crees que es el
interés de una superpotencia sobre un país cualquiera.
9.
Argumenta cómo crees que se vio afectada América
latina con la división del mundo en dos bloques de poder.
10.
Explica que quiere decir cada una de las
siguientes siglas y consulta su función y características tales como objetivos,
intereses, países participantes, entre otros:
-OTAN
-ONU
-FMI
-OMS
-BID
11. En comunicación con algunos compañeros discute y define las siguientes es antes
expresiones:
- país desarrollado
-países en vía de desarrollo
-Países no alineados
-Tercer mundo
12. realiza el siguiente cuadro de apareamiento.
NOTA: EN CASO DE SURGIR ALGUNA DUDA FRENTE A LA ACTIVIDAD Y LA TEMÁTICA, PUEDES ESCRIBIRLA AL CORREO clasesociales86@gmail.com o realizar algún comentario al final de la página.
- imagina la siguiente situación y responde los interrogantes. Al final ilustra la escena.
- ¿Qué tipo de régimen político propondrías en esta comunidad?
- ¿Cuáles características tendría esa comunidad? ¿Qué plantearías?
- ¿Qué idearías para vivir en convivencia pacífica?
- ¿Qué tendrías en cuenta para distribuir las funciones, responsabilidades y tareas que tendrían que realizar y cumplir cada uno?
- Diseña que símbolos los identificarían
REALIZA LA SIGUIENTE LECTURA Y RESPONDE LAS ACTIVIDADES PROPUESTAS
TEMA: LA GLOBALIZACIÓN.
introducción.
Analiza el siguiente mapa conceptual para tener un acercamiento al significado del termino.
La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático y que han abierto sus puertas a la revolución informática, plegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones internacionales.
Este proceso
originado en la Civilización Occidental y que se ha expandido alrededor del
mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea (segunda mitad del siglo
XX) recibe su mayor impulso con la caída del comunismo y el fin de la Guerra
Fría, y continúa en el siglo XXI. Se caracteriza en la economía por la
integración de las economías locales a una economía de mercado mundial donde
los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala
planetaria (Nueva Economía) cobrando mayor importancia el rol de las empresas
multinacionales y la libre circulación de capitales junto con la implantación
definitiva de la sociedad de consumo. El ordenamiento jurídico también siente
los efectos de la globalización y se ve en la necesidad de uniformizar y
simplificar procedimientos y regulaciones nacionales e internacionales con el
fin de mejorar las condiciones de competitividad y seguridad jurídica, además
de universalizar el reconocimiento de los derechos fundamentales de ciudadanía.
En la cultura se caracteriza por un proceso que interrelaciona las sociedades y
culturas locales en una cultura global (Aldea global), al respecto existe
divergencia de criterios sobre si se trata de un fenómeno de asimilación
occidental o de fusión multicultural. En lo tecnológico la globalización
depende de los avances en la conectividad humana (transporte y
telecomunicaciones) facilitando la libre circulación de personas y la
masificación de las TICs y el Internet. En el plano ideológico los credos y
valores colectivistas y tradicionalistas causan desinterés generalizado y van
perdiendo terreno ante el individualismo y el cosmopolitismo de la sociedad
abierta. Mientras tanto en la política los gobiernos van perdiendo atribuciones
ante lo que se ha denominado sociedad red, el activismo cada vez más gira en
torno a las redes sociales, se ha extendido la transición a la democracia
contra los regímenes despóticos, y en políticas públicas destacan los esfuerzos
para la transición al capitalismo en algunas de las antiguas economías
dirigidas y en economías subdesarrolladas de algunos países aunque con
distintos grados de éxito. Geopolíticamente el mundo se debate entre la
unipolaridad de la superpotencia estadounidense y el surgimiento de nuevas
potencias regionales, y en relaciones internacionales el multilateralismo y
poder blando se vuelven los mecanismos más aceptados por la comunidad
internacional.
La
valoración positiva o negativa de este fenómeno, o la inclusión de definiciones
o características adicionales para resaltar la inclusión de algún juicio de
valor, pueden variar según la ideología del interlocutor. Esto porque el
fenómeno globalizador ha despertado gran entusiasmo en algunos sectores,
mientras en otros ha despertado un profundo rechazo (Antiglobalización), habiendo
también posturas eclécticas y moderadas.
La globalización y otros procesos de desarrollo
Además de la globalización, las otras teorías que tienen un papel
central en los estudios del desarrollo son: (i) modernización; (ii) de sistemas
mundiales; y (iii) de la dependencia. Desde una óptica más comparativa, la
teoría de la globalización coincide en ciertos aspectos con la teoría de la
modernización. Uno de esos aspectos es que ambos enfoques establecen que la
“dirección orientativa” del desarrollo son las condiciones propias de Europa
Occidental y de Estados Unidos. Se enfatiza el hecho de que los avances
tecnológicos y los patrones de acumulación que se establecen en esos polos de
desarrollo son los instrumentos para alcanzar mejores niveles de vida.
No obstante,
la perspectiva de la modernización difiere de la globalización en varios
aspectos, incluyendo el que se refiere a que la modernización sigue una
exposición más normativa – el desarrollo debiera ser un seguimiento de la
“ruta” de los países más desarrollados. Indica cómo el desarrollo debiera ser.
La globalización por su parte contiene un carácter más descriptivo e
interpretativo con base en una aproximación más “positiva” de los fenómenos que
se hacen evidentes.
En cuanto a
que la globalización enfatiza que los aspectos económicos y culturales
determinan los procesos sociales, esta teoría ofrece rasgos similares a los de
la “sociología comprehensiva” de Max Weber. Desde esta óptica, el sistema de
valores, creencias y los patrones de identidades son aspectos claves para
entender la dinámica social. Ya sea que esos caracteres se refieran a los
grupos dominantes o a grupos subalternos dentro del contexto social. Para la
globalización, los planteamientos weberianos de los años veinte deben ser adaptados
a las actuales condiciones de principios del siglo XXI tomando en cuenta la
difusión de ideas, valores culturales y la influencia en general de los medios
de comunicación en las sociedades.
Las
anteriores consideraciones dan base para afirmar que la teoría de la
globalización y la teoría de los sistemas mundiales toman como unidad
fundamental de análisis lo global, más que la categoría de estado-nación, la
cual es más utilizada en los estudios de modernización y de dependencia. El
sentido contrastante entre la globalización y la teoría de los sistemas
mundiales se refiere, no obstante, a que esta última contiene adaptaciones de
principios de materialismo dialéctico e histórico, mientras que la
globalización acentúa sus fundamentos más bien estructurales y funcionalistas.
De allí que los globalistas consideren formas de transformación más tendientes
a las secuencias graduales de sucesos, que a saltos revolucionarios de intensa
y rápida transformación. Para la globalización el reto de las sociedades es adaptarse
secuencialmente a las innovaciones que plantean los nuevos escenarios con sus
cambios en las esferas de comunicación y la economía.
La teoría de
la globalización, la de los sistemas mundiales y hasta cierto punto la teoría
de la dependencia toman en cuenta los cambios que más acentuadamente han
ocurrido en la esfera económica. Por ejemplo: (a) en marzo de 1973, los
gobiernos de las naciones más desarrolladas principiaron a operar con tasas de
intercambio flexibles en sus mercados monetarios, lo que limitó la permanencia
de políticas de tasas fijas para el valor de las monedas; esta condición
impactó con drasticidad en el movimiento de inversiones, de capitales
especulativos y de colocación de recursos en bonos y en bolsas de valores; (b)
especialmente desde 1976 las transacciones comerciales han reforzado su carácter especulativo en los valores a futuro, lo que se ha visto más
favorecido con la implementación de innovaciones tecnológicas en el campo de la
informática, computadores y comunicaciones en general; (c) la revolución de las
computadoras personales de los ochentas contribuyó a un más fluido movimiento
de capitales, situación que también contó con el apoyo del fax en esa década;
(d) durante los noventas la principal característica ha sido la promoción y
acceso a los servicios de internet lo que ha dado un carácter de mayor rapidez
y flexibilidad a las intercomunicaciones. Es internet quien ha creado
mayormente en los últimos años el escenario para una “economía virtual”,
afectando significativamente con ello a las operaciones de mercados
específicos.
En la
actualidad, los principales aspectos que se encuentran en estudio dentro de la
corriente teórica de la globalización se refieren a: (a) nuevos conceptos,
definiciones y evidencias empíricas relacionadas con las variables culturales y
como las mismas afectan los cambios nacionales y regionales; (b) procesos
específicos en los cuales se concretan los mecanismos de una “sociología
comprehensiva” dentro de las condiciones de la “aldea global”; (c) integración
a diferentes niveles de poder tanto dentro como entre naciones y en términos
comparativos con las diferentes modalidades de integración/marginación que
ocurren a nivel mundial; (d) formas dinámicas mediante las cuales los nuevos
patrones de comunicación están afectando a los grupos minoritarios dentro de
las sociedades; (e) conceptos relacionados con la autonomía relativa de los
estados y la relación de los mismos con las sociedades civiles, y dentro de ese
contexto, la eficacia de la toma de decisiones nacionales respecto al campo
macroeconómico; y (f) formas en que el regionalismo y el multilateralismo están
afectando los procesos de integración económica y social.-
Taller
1.- ACTIVIDAD
N°1
·
Responde las
siguientes preguntas:
a) Definición
de Globalización.
b) Instituciones
del proceso de Globalización.
c) Aspectos
positivos de la Globalización.
d) Aspectos
negativos de la Globalización.
e) Breve
opinión personal sobre la Globalización.
F) Glosario
de términos desconocidos.
2- Actividad n°. 2
La
Globalización es un término cada día más de actualidad pero:
¿Qué es?
¿Qué
repercusión tiene en nuestras vidas?
¿A quién
beneficia?
¿A quién
perjudica?
3- ACTIVIDAD N° 3
1. Partiendo de la perspectiva de la globalización ordene de más importante a menos importante los siguientes conceptos. Explica por qué le das ese orden.
a. persona
b. capital privado
c. comunicaciones
d. tecnología
2. completa el siguiente cuadro
Globalización |
Economía |
Política |
Puntos a favor |
|
|
Puntos en contra |
|
3. Señala con una X si
estas totalmente de acuerdo (T.A), parcialmente de acuerdo (P.A) o en
desacuerdo (D.A) con las siguientes afirmaciones; luego explica las razones de
tu elección.
AFRIMACIONE S |
T.A |
P.A |
D.A |
¿Por qué? |
El Estado debe dedicarse a gobernar a las
personas y no regular la economía. |
||||
Hoy los políticos viven más preocupados por
lo económico que por la sociedad. |
||||
La educación no ayuda a resolver muchos
problemas, como sí lo hace la economía. |
||||
Para acabar con la exclusión de los pobres
es preciso hacer un pacto social. |
4. MODOS DE IMAGINAR LO GLOBAL
La globalización puede ser vista como un conjunto de estrategias desplegadas para realizar el poder y dominio de las macroempresas industriales, corporaciones financieras, maestros del cine, la televisión, la música y la informática, a fin de apropiarse de los recursos naturales y culturales, del trabajo, el ocio y el dinero de los países pobres, subordinándolos a la explotación concertada por esos actores. Pero la globalización, es también el horizonte imaginado por los sujetos colectivos e individuales, o sea por los gobiernos y empresas de los países dependientes, por realizadores de cine y televisión, artistas e intelectuales, para reinsertar sus productos en mercados más amplios.
Según esto, las políticas
globalizadoras logran aceptación en los países pobres, porque excitan la
imaginación de millones de personas al prometer que “dos más dos”, que
hasta ahora sumaban cuatro, pueden extenderse hasta cinco o seis. Muchos
testimonios de lo que les ha sucedido a quienes supieron adaptar sus bienes,
sus mensajes y sus operaciones financieras en el contexto de la globalización,
indican que quedarse en lo local o regional, es una visión miope de lo que es
la verdadera productividad.
Ahora responde los
siguientes interrogantes:
a. ¿Crees que la
globalización es un conjunto de estrategias creadas por los países ricos para
dominar los países pobres? Justifica la respuesta
b. ¿Pueden los países
pobres entrar a competir con eficiencia en el contexto de la globalización?
¿Por qué?
c. ¿Consideras que todas
las personas deberíamos involucrarnos en la globalización, bien sea como
consumidores o como empresarios? Explica
d. ¿En qué consideras que consiste la globalización cultural? ¿En qué hechos de tu vida la percibes? Señala un ejemplo.
Actividad n° 4
Realiza un mapa mental como el ejemplo
EJERCICIO: Determina la importancia de
identificar las características de la población dentro de la conformación de un
territorio.
SUGERENCIAS:
·
Redacta
con fidelidad, exactitud y claridad.
• Por
claridad se entiende la expresión de un sólo punto principal por párrafo; el
uso correcto de los signos de puntuación; el orden en la expresión de las
ideas.
• La
exactitud se refiere a la expresión de una idea clara, precisa, que no pueda interpretarse
en ninguna otra forma que la que quieres manifestar.
• En
ocasiones, la falta de exactitud en lo que se dice cambia u obscurece el
sentido.
La población mundial
Una población en crecimiento
En 1950, cinco años
después de la fundación de las Naciones Unidas, se estimaba que la población
mundial era de 2.600 millones de personas. Se alcanzaron los 5.000 millones en
1987 y, en 1999, los 6.000 millones. En octubre de 2011, se estimaba que la
población mundial era de 7.000 millones de personas. Para conmemorar este
acontecimiento histórico, se puso en marcha un movimiento global llamado
"Un mundo de 7 mil millones".
Se espera que la población
mundial aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando
de los 7.700 millones actuales a los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a
un pico de cerca de 11.000 millones para 2100.
Este crecimiento
tan drástico se ha producido en gran medida por el aumento del número de
personas que sobreviven hasta llegar a la edad reproductiva y ha venido
acompañado de grandes cambios en las tasas de fecundidad, lo que ha aumentado
los procesos de urbanización y los movimientos migratorios. Estas tendencias
tendrán importantes repercusiones para las generaciones venideras.
Los países más poblados: China e India
Un 61% de la
población mundial vive en Asia (4.700 millones), un 17% en África (1.300
millones), un 10% en Europa (750 millones), un 8% en Latinoamérica y el Caribe
(650 millones) y el 5% restante en América del Norte (370 millones) y Oceanía
(43 millones). China (1.440 millones) e India (1.390 millones) continúan siendo
los países con mayor población. Ambos cuentan con más de 1.000 millones de
personas y representan el 19% y 18% de la población mundial respectivamente.
Se espera que,
sobre 2027, India supere a China como el país más poblado del mundo. Por el
contrario, se estima que China reduzca su población en 31.400 millones (un 2.2%
menos) entre 2019 y 2050 (Fuente: Perspectivas de Población 2019).
El
mundo en 2100
Está previsto que la población mundial alcance los 8.500 millones en 2030,
9.700 millones en 2050 y 11.200 millones en 2100. Como en todas las
proyecciones, existe cierto margen de error en cuanto a estos últimos datos.
Los resultados se basan en la variante media de la proyección de fecundidad,
que contempla un descenso de la fecundidad en los países donde aún predominan
las familias numerosas y un ligero aumento en países en los que la media de
fecundidad es inferior a dos hijos por mujer. También se prevé que mejoren las
posibilidades de supervivencia en todos los países.
África, el continente que más rápido
crece
Se prevé que más de
la mitad del crecimiento demográfico mundial desde hoy hasta 2050 tenga lugar
en África. Este continente cuenta con la tasa de crecimiento demográfico más
alta en sus principales regiones. Se espera que el África subsahariana doble su
población para 2050.
Por tanto, se prevé
un rápido aumento de la población, incluso si se reducen considerablemente los
niveles de fecundidad en los próximos años. A pesar de la incertidumbre que
existe en torno a las próximas tendencias de fecundidad en África, hay un gran
número de jóvenes en este continente que alcanzarán la edad adulta en pocos
años y también tendrán hijos, por lo que esta región desempeñará un papel esencial
en cuanto a las dimensiones y la distribución de la población mundial en las
décadas venideras.
Disminuye la
población en Europa
En marcado
contraste con los datos anteriores, se prevé que la población de países o
zonas disminuya para 2050, con probables reducciones de hasta un 10% en 26
países. Se espera también que se produzca un descenso en la población de
más del 15% para el año 2050 en algunos países, como Bosnia y Herzegovina,
Bulgaria, Croacia, Hungría, Japón, Letonia, Lituania, República de Moldova,
Rumanía, Serbia y Ucrania. La tasa de fecundidad de todos los países europeos
está hoy en día muy por debajo de la necesaria para garantizar el reemplazo de
la población a largo plazo. (la media es de 2,1 niños por mujer) y, en la
mayoría de los casos, este fenómeno lleva ocurriendo varias décadas.
Factores
que influyen en el crecimiento de la población
·
Tasas de fecundidad
El futuro
crecimiento de la población depende en gran medida de la tendencia que vayan
siguiendo las tasas de fecundidad. Según los datos del estudio "World
Population Prospects (2015 Revision)" (Perspectivas demográficas
mundiales del a ONU, revisión 2019 ), se espera que el nivel mundial de fecundidad
pase de 2,5 niños por mujer en 2019 a 2,2 en 2050.
·
Aumento de la longevidad
En general, se ha
conseguido aumentar la esperanza de vida considerablemente en los últimos años.
Se estima que la esperanza de vida al nacer aumentará, de manera global,
de 72,6 años en 2019 a 77,1 en 2050. A pesar de que ha habido un gran progreso
en la reducción de las diferencias entre países en cuanto a la longevidad,
todavía existen importantes brechas. En 2019, la esperanza de vida en los
países menos desarrollados es de 7,7 años por debajo de la media mundial,
debido en gran parte a los altos niveles de mortalidad infantil y materna, así
como la violencia, los conflictos y el impacto continuo de la epidemia del
VIH.
·
Migración internacional
La migración
internacional es un fenómeno que tiene mucha menos influencia en los cambios
poblacionales que los nacimientos y las muertes. Sin embargo, en algunos países
y zonas, el impacto de la migración en las dimensiones de la población es
significativo, como el caso de países que envían o reciben un número importante
de migrantes económicos y aquellos más afectados por los movimientos de
refugiados. Entre 2010 y 2020, catorce países o áreas verán un flujo neto de
entrada de migrantes de más de 1 millón, mientras que 10 países verán un flujo
de pérdida de smilares magnitudes.
El
papel de las Naciones Unidas en cuestiones de población
División de Población de las Naciones
Unidas
El sistema de las
Naciones Unidas ha estado involucrado desde hace mucho tiempo en tratar estas
complejas cuestiones, que están relacionadas entre sí; especialmente, a través
del trabajo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la División de Población de las Naciones Unidas.
La División de
Población se encarga de recoger información acerca de cuestiones como la
migración internacional y el desarrollo, urbanización, perspectivas y políticas
de población mundial, y datos estadísticos de matrimonio y fecundidad. Apoya a
organismos de la ONU como la Comisión de Población y Desarrollo, y apoya la ejecución del Programa de Acción
aprobado por la Conferencia Internacional sobre la Población y Desarrollo de
1994 (IPCD).
La División de
Población hace las estimaciones y proyecciones demográficas oficiales de las
Naciones Unidas, de todos los países y zonas del mundo; ayuda a que los Estados
mejoren su capacidad de acción para ejecutar las políticas de población y
refuerza la coordinación de las actividades programadas por la ONU a través de
su participación en el Comité de Coordinación de las Actividades Estadísticas.
Fondo de Población de las Naciones
Unidas
El Fondo de Población de las
Naciones Unidas (UNFPA) comenzó su actividad en 1969 con el objetivo
de asumir el liderazgo en la promoción de programas de población, basados en
los derechos humanos del individuo y las parejas a decidir libremente el número
de miembros de su familia. En la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994, se
detalló su mandato para dar un mayor énfasis a los aspectos relacionados con el
género y los derechos humanos presentes en las cuestiones de población. Se
confió al FPNU el liderazgo en la misión de ayudar a los Estados a llevar a
cabo el Programa de Acción expuesto en la Conferencia. Las tres áreas de acción
principales del mandato del FPNU son la salud reproductiva, la igualdad de género y la población y el desarrollo.
El Día
Mundial de la Población se celebra el 11 de julio. Conmemora el día
del año 1987 en el que la población mundial alcanzó los 5.000 millones de
personas.
Recursos:
·
Perspectivas de la Población Mundial 2019
ACTIVIDADES:
1.
b)
¿Cuáles son las grandes áreas deshabitadas?
c)
Cita al menos dos regiones muy pobladas.
d)
¿Cuál es la región europea más poblada?
2. REALIZA UN ESQUEMA SOBRE LOS FACTORES DE LA POBLACIÓN CON LOS SIGUIENTES TERMINOS:
Factores población
Físicos
Humanos
Climas
templados
Altitudes
medias y bajas
Suelos
fértiles
Antigüedad
poblamiento
Migraciones
Desarrollo
urbano y económico
3. Calcula las densidades de población de los siguientes países, según esta fórmula Y escribe 10 conclusiones de esa información.
PAÍS |
HABITANTES EN MILLONES |
SUPERFICIE KM/CUADRADO |
DENSIDAD |
CANADA |
38 220 000 |
9 984 670 |
|
MEXICO |
128 407 000 |
1 964 375 |
|
ETIOPIA |
102 176 000 |
1 001 450 |
|
COLOMBIA |
50 873 000 |
1 141 748 |
|
AFGANISTAN |
33 264 000 |
652 230 |
|
MONGOLIA |
3 171 000 |
1 564 116 |
|
PORTUGAL |
10 248 000 |
92 090 |
|
INDIA |
1 380 602 000 |
3 287 263 |
|
BOLIVIA |
11 716 000 |
1 098 581 |
|
EGIPTO |
101 993 000 |
1 001 450 |
|
4. Ciudades más grandes del mundo.
a) ¿En qué continentes se encuentran las ciudades más grandes?
b)
¿En qué puesto de esta lista se encuentra la primera ciudad europea?
c)
Tras localizarlas en el mapa indica dónde estás situadas, si en el interior o
en la costa.
d)
Asegúrate de que conoces el significado de los siguientes conceptos:
Megalópolis
Área metropolitana
Conurbación
5. Une los términos que aparecen a continuación con sus definiciones.
a) Área metropolitana
b) Bastida
c) CBD
d) Ciudad difusa
e) Conurbación
f) Ensanche
g) Especulación
h) Hinterland
i) Megalópolis
j) Rururbanización
k) Smog
l)
Tasa de urbanización
- Zona que forma parte de una ciudad al haber sido absorbida por el crecimiento de la misma.
-
Grupo de ciudades que han crecido separadamente y han llegado a juntarse
formando un sólo conjunto en el que cada ciudad mantiene su independencia.
-
Unión de áreas metropolitanas sucesivas hasta crear un gran conjunto
territorial de carácter urbano, que engloba ciudades importantes que han
crecido de forma separada.
- Proceso de urbanización de las zonas rurales
próximas a las ciudades.
-
Expansión por el medio rural de la población urbana, con modelos urbanísticos
en los que suele predominar la baja densidad de viviendas.
-
Porcentaje de población urbana que existe en un lugar concreto.
- Término empleado para designar el territorio de
influencia de una ciudad.
- Ciudad
fortaleza de origen medieval que se construía en el interior de las murallas y
normalmente con plano en damero.
- Espacio urbano planificado, generalmente con un
plano en cuadrícula u ortogonal.
- Área central de una ciudad en la que se concentran
comercios y oficinas y donde abundan los edificios altos.
- Forma de
contaminación del aire originada por la incorporación del humo a la niebla.
- Operación comercial que se practica con mercancías,
valores o efectos públicos con ánimo de obtener lucro.
BIBLIOGRAFÍA: ZONA ACTIVA 10.VOLUNTAD
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